El nuevo paradigma esta munido de espiritualidad. Desplaza hacia atrás el espíritu materialista de los negocios e impulsa hacia delante una actitud de servicio al cual le importa tanto lo físico como lo psíquico, como cada uno de los seres y las partículas que dan origen a este mundo. Consideran, con firmeza, en una vieja idea que manifiesta que para demostrar la influencia que tiene cada acción vegetal, animal y humana sobre la totalidad, hay que manejar el concepto: Cuando una mariposa bate la alas en Pekín, repercute en la ciudad de México.

El problema es el hecho de que nos hemos rodeado de productos cada vez más extraños a nuestra propia creatividad. Debido a una tecnología cada vez más sofisticada, los seres humanos se están rodeando de un número creciente de elementos extraños. Nos despertamos por la mañana, accionamos un interruptor y de algún modo se enciende una luz, tiramos de la cadena y cae el agua, hacemos girar una llave y el coche arranca. Tanto en las cuestiones importantes como en nuestra vida cotidiana nos hemos hecho cada vez más dependientes de cosas que sólo conocemos vagamente. Al estar desvinculados de las cosas a las cuales dimos origen, nuestro comportamiento de unión con el mundo quedo gravemente dañado, es decir, nos hemos apartado tanto de la naturaleza que lo natural nos resulta extraño.
El paradigma que emerge se basa en el reconocimiento del valor de la conciencia de cada ser humano, en el saber que existe la posibilidad de realizar negocios aprovechando de nosotros la sabiduría más profunda y reconectados con la conciencia propia, de los otros, de cada ecosistema y del planeta. Es tiempo de responsabilizarnos por nosotros, por los demás y por el hábitat.
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