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martes, 21 de octubre de 2008

Los ciclones tropicales: ¿sumideros de carbono?

Un reciente estudio revela el papel que desempeñan los ciclones tropicales en el ciclo global del carbono, lo que lleva a sus autores a plantear si podrían ayudar a frenar el calentamiento. La respuesta es que muy poco.

El tifón Mindulle sacudió Taiwán en 2004 y provocó inundaciones del río Li Wu, arrastrando consigo hojas y ramas hacia el océano Pacífico. Este simple hecho llevó a los científicos a plantearse qué ocurría con esa masa una vez se perdía en el mar. El estudio, publicado en ‘Nature Geoscience’, decribe cómo esa masa de hojas, ramas, raíces y sedimento almacena un 0,05% de carbono que con el tiempo se hunde y termina en el lecho marino.

“Los ciclones tropicales podrían desempeñar un papel importante en la transferencia de dióxido de carbono atmosférico hacia depósitos a largo plazo en las profundidades del océano”, dice el citado artículo.

Las plantas absorben el dióxido de carbono de la atmósfera como parte de su proceso respiratorio y lo van almacenando (”fijándolo”) en forma de carbono. Habitualmente, éste es devuelto al aire cuando la planta es quemada.

“Se cree que entre 50 y 90 millones de toneladas de carbono al año entran al océano sólo desde las islas del oeste del Pacífico”, principalmente durante los tifones, dicen los autores del estudio. Sin embargo, añaden que este mecanismo no servirá de mucho para frenar el calentamiento provocado por la quema de combustibles fósiles.

“La cantidad actual de dióxido de carbono que se está formando a partir de fuentes humanas es de 100 a 1.000 veces más rápida que este secuestro de carbono resultante de la interacción entre ciclones, erosión y bosques”, explica Robert Hilton, de la Universidad de Cambridge y uno de los autores del estudio.

“En términos del ciclo del carbono de origen humano, esto no nos va a salvar. Pero muestra cómo la Tierra tiene sus vías naturales para tratar el dióxido de carbono”, añade.

Según Hilton, los hallazgos de Taiwán son extrapolables al impacto de los huracanes del Atlántico sobre las islas caribeñas.

El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas predijo el año pasado que los ciclones tropicales adquirirían más fuerza como consecuencia del cambio climático.

El mecanismo de secuestro de carbono podría frenar relativamente esta tendencia a potenciar los huracanes, dijo Hilton. Pero el aumento de la intensidad de los ciclones tendría otros efectos adversos, como el levantamiento de la capa fértil de la tierra, lo cual repercutiría negativamente sobre la agricultura.

Greenpeace pide a los ministros europeos de medio ambiente que protejan el futuro de la agricultura y la alimentación

Los ministros se reunieron ayer, en Luxemburgo, para analizar y debatir sobre la propuesta del grupo Ad-Hoc establecido por la presidencia francesa para revisar el proceso europeo de aprobación de transgénicos. Los representantes de los estados miembros en este grupo de trabajo se han reunido en tres ocasiones para preparar la reunión. Se trata de una discusión crucial para el futuro del sistema europeo de evaluación y aprobación de cultivos transgénicos. La decisión final será adoptada durante el consejo de medio ambiente del próximo 4 de diciembre.

“La UE se ha contagiado de la visión anticientífica de empresas como Monsanto sobre los transgénicos”,- ha declarado Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña de transgénicos de Greenpeace.- “Si la UE es incapaz de predecir los efectos a largo plazo de estos peligrosos cultivos, los ministros tienen hoy la obligación de actuar para proteger nuestro futuro”.

El sistema actual de autorización de transgénicos ignora los efectos a largo plazo de los transgénicos, las evidencias sobre los daños a la biodiversidad, las opiniones científicas contrarias a los OMG y las preocupaciones de determinados estados miembros. Tampoco considera la pérdida de variedades y de sabiduría agrícola ni los efectos de la contaminación.

En nuestro país, el Gobierno permite que se sigan cultivando unas 75.000 hectáreas de maíz transgénico, las cuales entran masivamente en la cadena alimentaria sin nigún control ni transparencia. Además permite variedades que se han prohibido en la mayor parte de los estados productores de maíz de la UE por razones sanitarias o ambientales.

En recientes declaraciones, la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, declaró: “Los transgénicos son seguros. Yo me los comería tranquilamente”. Greenpeace reitera que existe un amplio consenso científico que demuestra precisamente lo contrario. Numerosas evidencias describen los impactos sobre la salud reales o potenciales de maíces de Monsanto como el MON 863 (que España importa) o el MON 810 (que España importa y cultiva) o la patata “Amflora” de BASF. La misma ministra también ha afirmado: “En el campo de los transgénicos hay suficientes garantías científicas como para poder darle al ciudadano la capacidad para poder elegir”.

Nunca antes habían existido tantas incertidumbres científicas. De hecho, los principales productores de maíz de la UE han prohibido el cultivo de transgénicos debido a los abundantes estudios que prueban los efectos perniciosos sobre el medio ambiente y la salud. De hecho, el sistema Europeo de aprobación y seguimiento de transgénicos está más que nunca en entredicho y está siendo revisado. Además, es importante recordar que los perjuicios de los OMG no se limitan a los daños sobre la salud sino que se trata de afecciones graves al medio ambiente, a la economía y a la justicia social.

“Dadas las graves crisis mundiales a las que se enfrenta el Mundo entorno al clima y a los alimentos, los ministros de medio ambiente deben hoy en Luxemburgo proteger a Europa de distracciones peligrosas como los transgénicos, y centrarse en soluciones reales y sostenibles”, ha añadido Carrasco. Se necesitan técnicas modernas de agricultura sostenible y ecológica que garanticen producción suficiente, no provoquen más cambio climático, no destruyan los recursos naturales y garanticen la soberanía alimentaria.

martes, 7 de octubre de 2008

Cambios en la mentalidad empresarial para mejorar la sustentabilidad del planeta

Cansados por el esfuerzo que genera poner en marcha un sistema de producción que malgasta la energía y vínculos con la sola idea de mejorar la rentabilidad cueste lo que cueste, los ingresos y las alzas de la bolsa de mercados. Los líderes empresarios comenzaron a trabajar en la utilización de un nuevo paradigma en el universo de los negocios.

El nuevo paradigma esta munido de espiritualidad. Desplaza hacia atrás el espíritu materialista de los negocios e impulsa hacia delante una actitud de servicio al cual le importa tanto lo físico como lo psíquico, como cada uno de los seres y las partículas que dan origen a este mundo. Consideran, con firmeza, en una vieja idea que manifiesta que para demostrar la influencia que tiene cada acción vegetal, animal y humana sobre la totalidad, hay que manejar el concepto: Cuando una mariposa bate la alas en Pekín, repercute en la ciudad de México.


El problema es el hecho de que nos hemos rodeado de productos cada vez más extraños a nuestra propia creatividad. Debido a una tecnología cada vez más sofisticada, los seres humanos se están rodeando de un número creciente de elementos extraños. Nos despertamos por la mañana, accionamos un interruptor y de algún modo se enciende una luz, tiramos de la cadena y cae el agua, hacemos girar una llave y el coche arranca. Tanto en las cuestiones importantes como en nuestra vida cotidiana nos hemos hecho cada vez más dependientes de cosas que sólo conocemos vagamente. Al estar desvinculados de las cosas a las cuales dimos origen, nuestro comportamiento de unión con el mundo quedo gravemente dañado, es decir, nos hemos apartado tanto de la naturaleza que lo natural nos resulta extraño.

El paradigma que emerge se basa en el reconocimiento del valor de la conciencia de cada ser humano, en el saber que existe la posibilidad de realizar negocios aprovechando de nosotros la sabiduría más profunda y reconectados con la conciencia propia, de los otros, de cada ecosistema y del planeta. Es tiempo de responsabilizarnos por nosotros, por los demás y por el hábitat.

jueves, 2 de octubre de 2008

Metas del Milenio: El cambio climático como freno

Unos 2.600 millones de los pobres del mundo sufren a diario las consecuencias directas del cambio climático. Los vínculos entre ambiente, salud y pobreza ya no pueden dejarse de lado, según expertos de la ONU. “Desarrollo y ambiente tienen que ir de la mano”, dijo el martes el secretario general adjunto de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Ad Melkert, cuando la Alianza Pobreza y Medio Ambiente (PEP, por sus siglas en inglés) se reunió para discutir la relación entre ambiente, cambio climático y los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La PEP es una red informal de agencias para el desarrollo y representantes de los estados miembro de la ONU.

“No hay manera de distinguir agendas. Invertir en manejo ambiental es un vínculo crucial y a menudo faltante para reducir la pobreza y mejorar la salud”, afirmó Melkert.

Los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, definidos en 2000 por la Asamblea General de la ONU, incluyen reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza y hambre respecto de 1990, garantizar la educación primaria universal, promover la igualdad de género y reducir la mortalidad infantil y la materna.

También combatir el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el paludismo (malaria) y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y fomentar una asociación mundial para el desarrollo, todo esto con 2015 como fecha límite.

Aunque el cambio climático “afecta a todos, tanto países industrializados como en desarrollo, los más pobres son los que más sufren”, por su alta exposición a los efectos de este fenómeno y por su limitada capacidad para adaptarse, enfatizó Melkert.

“Éste es el desafío básico”, dijo Richard Carey, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne entre su treintena de miembros a todas las del Norte industrializado.

Cómo desarrollar una política ambiental


La política ambiental es la fijación de un conjunto armónico e interrelacionado de objetivos, que se orientan al mejoramiento del ambiente y al manejo adecuado de los recursos naturales. A estos objetivos se deben incorporar decisiones y acciones específicas destinadas al cumplimiento de los mismos, con el respaldo de normas, instituciones y procedimientos que permitan lograr la funcionalidad de dichas políticas.
En otras palabras es el conjunto de los esfuerzos políticos para conservar las bases naturales de la vida humana y conseguir un desarrollo sostenible. Los principios de la política ambiental son, todos sabemos que no existe un acuerdo general sobre los principios de la política ambiental, sin embargo, hay algunas bases generalmente aceptadas:

• Los principios del desarrollo sostenible.
• El principio de responsabilidad.
• El principio de prevención, según el cual siempre es mejor prevenir que corregir.
• El principio de sustitución que exige remplazar sustancias peligrosas por substitutos menos contaminantes y procesos de alta intensidad energética por otros más eficientes siempre que estén disponibles.
• El principio de: “el que contamina paga” para los casos en los que no se puede prevenir el daño ambiental, siempre que sea posible identificar el causante.
• El principio de la coherencia que requiere la coordinación de la política ambiental con otros departamentos y la integración de cuestiones ambientales en otros campos (por ejemplo política de infraestructuras, política económica).
• Principio de la cooperación, según el que la integración de importantes grupos sociales en la definición de metas ambientales y su realización es indispensable.
• La política ambiental debe basarse siempre en los resultados de investigaciones científicas.

Muchas veces la falta de coordinación y de planificación de las acciones de los gobiernos han derivado en una total ineficacia de sus políticas, y han significado, en las cuestiones ambiente y de infraestructura, la necesidad de volver al principio, a cero. Por ejemplo, las muy pocas veces que se han establecido medidas anticontaminación de los cursos de agua, se acciona contra diversas empresas, pero no se tienen en cuenta los basureros a cielo abierto, que siempre se encuentran a la vera de los ríos, o se vierten líquidos cloacales sin tratamiento alguno, o simplemente se fugan efluentes con la complicidad de ciertos funcionarios que hacen la vista gorda. Las políticas ambientales, sobre todo aquellas dirigidas a frenar el daño que causa la contaminación deben ser a todo o nada, es decir que si se emprende una campaña no se pueden dejar fisuras o empezar por pequeñeces. No sirve llevar a los jardines de infantes a juntar papelitos, mientras se deja que una poderosa industria desvíe su efluente contaminante de la planta de tratamiento. No es eficiente hacer un llamado a la adhesión voluntaria a un plan de producción limpia, al que acudirán los que siempre colaboran, pues aquellos a quienes la producción limpia no les interesa seguirán contaminando libremente.

Es muy difícil elaborar, acordar y ejecutar una política ambiental alejada del disparate si no nos planteamos desmitificar la cuestión ambiental, poniéndola dentro de la sociedad y al servicio de los intereses de nuestra sociedad, dentro de la política (cosa pública) como ocurre con la educación y la seguridad.